Durante el siglo XIII en Europa occidental, surgieron un número de “ordenes mendicantes” en la iglesia Católica. Los más grandes de estos eran los franciscanos y los dominicos. Antes de esto, los monasterios benedictinos enseñaban que los monjes debían trabajar, y la autosuficiencia era la meta de cada monasterio. Los frailes mendigos salieron en pobreza, teniendo solo la ropa que llevaban, y predicaban a la gente dondequiera que iban. Subsistían principalmente pidiendo limosnas, y por esto fueron llamados “mendigantes”, esto es, predicadores que mendigan.
Hay varias maneras de mendigar o pedir limosna. Uno lo pueden hacer apasionadamente, o puede sencillamente declarar sus necesidades. Podría extender la mano o un recipiente como vaso, plato o gorra. Pero de una manera u otra, comunica la verdad de que necesita dinero. Y esto puede hacerse maneras muy sutiles.
¡Predicadores mendigos! No comenzaron con los frailes mendicantes, ni terminan con ellos. Los “hombres santos” en la India subsisten hoy día pidiendo limosnas como han hecho durante siglos. Y esto es verdad en cuanto a muchas otras religiones. Desafortunadamente, también es verdad respecto a mucho del cristianismo evangélico. ¡Muchas de la iglesias ignoran mucho de la enseñanza de 1 Corintios, pero están de acuerdo en aplicar el 16:1 a “la colecta“! A penas pasa un día que no recibimos correo pidiendo dinero para alguna obra buena. Una escuela cristiana, un orfanato (aquí foto de una niña delgada con lagrimas en la cara), una misión, la lista no parece terminar nunca. Y muchos de estos grupos si predican el evangelio de una forma u otra, mientras que compiten unos con otros buscando el dinero de los evangélicos. Todo esto nos deja perplejos. ¿A quién debo ofrendar, al que tiene mejor foto?
Hoy en día parece que hay varias formas de hacer la obra del Señor. Algunas de las denominaciones más grandes dan salario a sus misioneros. Las iglesias ofrendan a una organización central misionera, y se envían los salarios a los obreros. Es muy parecido a un negocio y este formato parece tener cierta dignidad.
La mayoría de las llamadas “misiones de fe” en realidad tiene otra forma de preceder. Porque tiene que cruzar las líneas de las denominaciones, cada obrero tiene debe hacer “diputación”, esto es, promocionarse y conseguir para sí promesas de contribuciones para su apoyo económico. Una vez decidida cuanto debe recibir cada mes, visitara a iglesias haciendo su publicidad hasta que tenga suficientes promesas de dinero para suplir dicha mensualidad. Conseguir este apoyo es una verdadera lucha para algunos, porque muchas iglesias ya tienen obligaciones. En este formato el misionero habla libremente de sus necesidad: los billetes de avión para ir al país, un vehículo, la educación de los hijos, el sostenimiento durante du estancia allí, dinero para viajes de visita frecuentemente a su país de origen, etc. Y es posible hacer la obra del Señor de esta manera.
Pero, ¿es un proceder bíblico, y es lo que más honra al Señor? Es posible dar gracias a Dios para cada uno que predica el evangelio, y todavía tener una conciencia que no nos permite usar estos métodos no bíblicos. ¿Cuál es el ejemplo que hallamos en Cristo y en sus apóstoles en lo referente a como sostener la obra del Señor? Si creemos que su ejemplo y el de la iglesia primitiva es relevante para hoy, necesitamos descubrir como ellos sirvieron a Dios y emplean esto como modelo. Pablo dijo claramente: “Sed imitadores de mi, así como yo de Cristo” (1Co.11:1). ¿Podemos pensar en un mejor ejemplo?
Cuando el Señor Jesús envío a sus discípulos a predicar, les dijo: “... de gracia recibisteis, dad de gracia- no os proveáis d oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino…” (Mt.10:8-10). En la página 108 de su libro Light From The Ancient East (“Luz del Oriente Viejo”), Dissman sugiere que la palabra “alforja” en este pasaje significa: “La bolsa que para lo que el mendigo recaudaba” (ver también Arndt y Gingrich, Greek-english Lexicon, “Léxico griego-ingles”). Se usa de esta manera en inscripciones contemporáneas. Si es así, es una advertencia clara contra el adoptar los métodos religiosos corrientes. Sea como fuera, el énfasis del pasaje es andar en sencillez sin provisiones económicas elaboradas, y dar libremente el mensaje. No se nombra el dinero. Debían ser alojados y sostenidos por los cuyos corazones Dios abriera.
Entonces, estos son los principios que el Señor Jesús enseñaba a sus discípulos, y ellos aprendieron bien la lección. Al ojear el libro de Hechos, encontramos la obra del Señor extendiéndose por el imperio romano. Pedro y los demás apóstoles estaban activamente predicando la palabra, y no hay mención de la necesidad del dinero. Pablo y sus compañeros salían en tres largos viajes misioneros. No hubo arreglo económico con su asamblea de origen en Antioquía. Cuando predicaban la palabra no solicitaban fondos. A veces había iglesias que enviaban dinero porque les preocupaba el bienestar de los siervos del Señor (Fil.4:15, 16). Si hubiera necesidad Pablo trabajaba con sus manos para suplir sus necesidades. No opinaba que es más bien aventurado mendigar que trabajar. Hay una dignidad tremenda acerca de este hombre cuando le veamos doblado sobre su trabajo, obrando con sus manos, haciendo tiendas (Hch.18:3). La única vez que menciono sus necesidades era cuando dijo que tenía más que suficiente (Fil.4:18). Ningún hombre podía acusarle de avaricia.
Es verdad que tomo una ofrenda para ayudar a los hermanos necesitados en Jerusalén. Pero el alivio del hambre no es lo mismo que solicitar fondos para propagar el evangelio. Probablemente el alivio del hambre no ofenderá a los incrédulos pero millones están indignados por la política financiera de las iglesias y de predicadores. Es una de las quejas más comunes entre los que no son creyentes: “solo quieren tu dinero”.
Hace aproximadamente 200 años, una brisa refrescante soplaba en la cristiandad. Se levanto un momento en las islas británicas y en otros lugares que enfatizaba el retorno a la sencillez y realidad de la iglesia primitiva. Había énfasis en la unidad del cuerpo de Cristo los dones en la iglesia, el sacerdocio de todos los creyentes, el retorno del Señor y el ejército de fe en la obra del Señor. George Mueller estaba entre otros que captaron una visión por servir así al Señor. Reusaba dar a conocer a los hombre sus necesidades mientras que la puerta del cielo estuviera abierta a él. Su obra de orfanato crecía hasta que 2,000 niños estaban siendo apoyados por el hilo de la oración. Las necesidades de todos aquellos jóvenes dependientes fueron sopladas a Dios y solo a Él en oración. Dios proveía en maneras maravillosas y milagrosas.
Otro salió a la obra del Señor con la misma visión. Anthony Norris Groves salió para ir a Baghtad con su familia, habiendo desecho de su fortuna, porque se determino vivir con una vida de fe. Más tarde fue a la india desenas de personas siguieron este camino de fe. Estas personas de coraje, dispuestas a sufrir penalidades dejaron atrás su patria y se fueron sin estar con una misión, sin sostenimiento garantizado, agarrados por fe al Dios vivo. Se fueron a Asia, África, Europa, América del Sur y las islas del mar. Y hoy en día todavía se siente el impacto de su obra en el mundo. Saludamos a este héroe de la fe.
Pero hoy en día los tiempos han cambiado y han aparecido una nueva especia de misionero. Su mente está mucho más orientada a las organizaciones. No está muy convencido de la necesidad de seguir el ejemplo de los apóstoles. Algunos cuestionan si hay si quiera un patrón que seguir. No le importa mucho hacerse socio de una sociedad misionera para tener dirección y seguridad de su trabajo. Si les hablas del camino de la fe probablemente sonreirá. ¿Qué hay de malo en dejar a la gente saber cuáles son tus necesidades? A su modo de pensar las relaciones públicas son muy importantes. El quiere proyectar la imagen correcta a los que apoyan.
Podríamos hacer unas cuantas preguntas incisivas. ¿Es Dios el mismo? ¿O ha muerto el Dios de Elías? ¿Puede proveer para sus siervos sin solicitación y promoción? ¿Es posible para el Espíritu Santo guiar a su pueblo en la cuestión de ofrendar? ¿Podría ser que algunos obreros en nuestros tiempos desean más de lo que necesitan? Y si dejamos esto en manos de Dios, ¿No es posible que él retenga fondos para restringir algunos de nuestros proyectos? ¿Y no podría ser tal cosa una bendición? Si en su providencia él no suple mi necesidad, ¿es una deshonra si tomo un trabajo secular? ¿No podría servir algo así como testimonio fuerte acerca del obrero, de su determinación y devoción a Dios?
En toda esta área, tengamos la honestidad para dejar ver lo que realmente creemos. Si en nuestro servicio a Dios deseamos emplear métodos que no está en el Nuevo Testamento, es posible hacerlo en nuestra decisión. Pero si profesamos seguir el ejemplo de los apóstoles en esta área, tengamos cuidado. No seamos audaces para intentar cubrir nuestra fe empobrecida con el manto de “precedente bíblico” todavía hay cientos de personas que sirven al Señor en todo el mundo cuyos labios están sellados a los hombre en lo referente a sus necesidades económicas. Ellos solo mencionan estas cosas a Dios en oración. Ora por estos siervos que viven por fe, y ofrenda a aquellos según el peso que Dios ponga en tu corazón. ¡Y tira las cartas mendigas a la basura!
Extraído del Libro: La Iglesia Primitiva
Edición 2010
Páginas 137-141
Páginas 137-141
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