Hay una par de doctrinas que son muy populares entre la gran mayoría de las iglesias evangélicas, estas doctrinas pretenden explicar la relación que existe entre el creyente y el pecado. Estas son las doctrinas del cristiano carnal y las dos naturalezas del creyente.
Las doctrinas
De acuerdo a quienes enseñan estas doctrinas hay en el mundo tres tipos de personas:
Las doctrinas
De acuerdo a quienes enseñan estas doctrinas hay en el mundo tres tipos de personas:
1. Las personas naturales, los inconversos.
2. Los cristianos carnales.
3. Los cristianos espirituales.
De esta manera dividen a la iglesia en dos categorías. El conocido teólogo dispensacionalista L.S. Chafer describe estas tres categorías en su libro “El hombre espiritual”, en el primer capítulo del libro titulado “Tres clases de hombres”. También el famoso comentarista que popularizo la teología de las dispensaciones, C.I. Scofield también sostiene esta postura en su Biblia de estudio, en su comentario a 1Co.2:14.
Estos teólogos junto con otros muchos maestros, han popularizado estas doctrinas. Uno de estos maestros es Chuck Swindoll, en su programa de radio Visión para vivir, adaptado al español por David Ormachea y actualmente por Carlos Azueta. En uno de sus mensajes adaptados al español Swindoll afirma:
En otra oportunidad también afirmo:
Con afirmaciones como estas, quienes enseñan las doctrina del cristiano carnal y las dos naturalezas del cristiano, establecen que los cristianos tienen dos naturalezas dentro de sí y que de acuerdo a la naturaleza que alimente más esa será la que gobierne su vida. Así, un cristiano es carnal cuando alimenta solo a la carne y se convierte en espiritual cuando decide vivir sujeto a su nueva naturaleza. También enseñan que los cristianos carnales son aquellos que han aceptado a Cristo como salvador, pero que aun no le han hecho el Señor de sus vidas. El cristiano puede amar a Cristo un día y menospreciarle cual incrédulo al siguiente, de acuerdo a la naturaleza a la que este respondiendo. Bajo los mismos términos se argumenta que hay una diferencia entre la salvación y el discipulado, es decir que, se puede ser salvo sin ser discípulo. Los que optan por ser salvos sin ser discípulos son los cristianos carnales y aquellos que deciden consagrar su vida a Cristo son los que se convierten en cristianos espirituales.
Las pruebas
Hay varios pasajes en los que se sostienen estas doctrinas. Por ejemplo, la doctrina del cristiano carnal se sostiene por la afirmación del apóstol Pablo en su primera epístola a los corintios, 3:1-4. La interpretación que hacen de estos pasajes, es que Pablo está haciendo una distinción entre cristianos carnales y espirituales, identificando a los corintios como pertenecientes al primer grupo. C.I .Scofield comenta del capítulo 2:14 de esta misma epístola:
La Biblia de estudio Ryrie comenta:
La doctrina de las dos naturalezas del cristiano utiliza pasajes como Efe.4:22, en el que Pablo exhorta a los efesios a despojarse del viejo hombre y en el v.24 a vestirse del nuevo. A través de este pasaje sostienen que hay en la vida de los creyentes una lucha interna y continua entre la vieja y la nueva naturaleza. Cualquier curso dominical tendrá en sus folletos algunas afirmaciones al respecto, como por ejemplo:
Otro pasaje en que se sustenta la doctrina de las dos naturalezas es Gal.5:16, 17, versículos en los que el apóstol Pablo exhorta a los gálatas a andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne. En el v.17 explica el antagonismo que hay entre la carne y el Espíritu. Así, se interpreta que hay una lucha permanente dentro del creyente, entre la nueva y al vieja naturaleza.
Esta interpretación influye en la interpretación del contenido completo de la Biblia. Por ejemplo, para interpretar la doctrina de la santidad en la vida del creyente. Interpretan que el cristiano es santo posicionalmente, pero que esta santificación posicional no influye en su vida cotidiana. La santidad práctica se ve como un aspecto optativo para la vida y se dice que la santidad depende del creyente. Este podría ser santo en su vida práctica o no serlo. Aquel que decide lo primero es el cristiano espiritual y el que decide no serlo es el cristiano carnal. L.S. Chafer escribe, en su libro “Grandes temas bíblicos” (Editorial Portavoz1926, 1953. Pag.238-241. Santificación):
Estos teólogos junto con otros muchos maestros, han popularizado estas doctrinas. Uno de estos maestros es Chuck Swindoll, en su programa de radio Visión para vivir, adaptado al español por David Ormachea y actualmente por Carlos Azueta. En uno de sus mensajes adaptados al español Swindoll afirma:
Y es así que él cambión nuestro destino pero esto no quiere decir que nuestra naturaleza también haya cambiado, todo lo malo que usted llego a cometer, es capaz de cometerlo ahora que usted es creyente…(Archivos de audio, visión para vivir, oneplace.com. Tit. “Aclarando Nuestro Lado Obscuro”, serie: practicas de la vida cristiana, 24 de abril 2012).
En otra oportunidad también afirmo:
El cristiano carnal se parece a los inconversos. Si hay una verdad de la que me encantaría ser capaz de convencer a los inconversos, además del evangelio, es de esa verdad… Si a nuestra carne se le ha dado rienda suelta, terminará exactamente como la de quienes ni siquiera han nacido de nuevo. Eso explica cómo un cristiano puede robar y mentir. Eso explica cómo un cristiano puede carecer de moralidad y cometer adulterio, y volverse en contra de las mismísimas cosas que él o ella alguna vez enseñaban.(Chuck Swindoll, Clearing the Hurdle of Carnality: Selections from 1 Corinthians, (Quitando El Obstáculo De La Carnalidad: Selecciones De 1 Corintios) audiotape (Cinta de audio) CHH 5-A.)
Con afirmaciones como estas, quienes enseñan las doctrina del cristiano carnal y las dos naturalezas del cristiano, establecen que los cristianos tienen dos naturalezas dentro de sí y que de acuerdo a la naturaleza que alimente más esa será la que gobierne su vida. Así, un cristiano es carnal cuando alimenta solo a la carne y se convierte en espiritual cuando decide vivir sujeto a su nueva naturaleza. También enseñan que los cristianos carnales son aquellos que han aceptado a Cristo como salvador, pero que aun no le han hecho el Señor de sus vidas. El cristiano puede amar a Cristo un día y menospreciarle cual incrédulo al siguiente, de acuerdo a la naturaleza a la que este respondiendo. Bajo los mismos términos se argumenta que hay una diferencia entre la salvación y el discipulado, es decir que, se puede ser salvo sin ser discípulo. Los que optan por ser salvos sin ser discípulos son los cristianos carnales y aquellos que deciden consagrar su vida a Cristo son los que se convierten en cristianos espirituales.
Las pruebas
Hay varios pasajes en los que se sostienen estas doctrinas. Por ejemplo, la doctrina del cristiano carnal se sostiene por la afirmación del apóstol Pablo en su primera epístola a los corintios, 3:1-4. La interpretación que hacen de estos pasajes, es que Pablo está haciendo una distinción entre cristianos carnales y espirituales, identificando a los corintios como pertenecientes al primer grupo. C.I .Scofield comenta del capítulo 2:14 de esta misma epístola:
Pablo divide a los hombres en tres clases: (1) psuchikos, que significa de los sentidos, sensual, animal (Stg.3:15; Jd.19), natural, e.d. el hombre adánico que no ha sido renovado mediante el nuevo nacimiento (Jn.3:3-5); (2) pneumatikos, que significa espiritual, e.d. el hombre renovado lleno del Espíritu Santo y que camina en el Espíritu en plena comunión con Dios (Ef.5:18-20); (3) sarkikos, que significa mundano, carnal, e.d. el hombre renovado que anda “conforme a la carne” (Rom.8:4) y sigue siendo un bebe en Cristo (1Cor.3:1-4)(Nueva Biblia de Estudio Scofield. VRV60. H.B.P. pag.1042). En referencia a 1Cor.3:3 C.C.
La Biblia de estudio Ryrie comenta:
Los cristianos carnales escasamente pueden distinguirse de los hombres naturales o in-conversos.(Biblia de estudio Ryrie. VRV60.Editorial Portavoz. 1991. Pag.1608)
La doctrina de las dos naturalezas del cristiano utiliza pasajes como Efe.4:22, en el que Pablo exhorta a los efesios a despojarse del viejo hombre y en el v.24 a vestirse del nuevo. A través de este pasaje sostienen que hay en la vida de los creyentes una lucha interna y continua entre la vieja y la nueva naturaleza. Cualquier curso dominical tendrá en sus folletos algunas afirmaciones al respecto, como por ejemplo:
Ro.7:22-25 nos revela que hay una lucha permanente entre el “hombre interior” (el mismo “nuevo hombre”) y “la carne” (el “viejo hombre”). Están en continua oposición el uno contra el otro. Y, efectivamente, esto se ve en el momento en que viene la tentación o la prueba: ciento una fuerza que me empuja a caer y otra que me muestra que no debo ceder. El cristiano que vive de acuerdo a los deseos de su “nuevo hombre” se llama un cristiano “espiritual”, pero el que se deja dominar de su “viejo hombre” la Biblia lo llama un cristiano “carnal” (1Corintios 3:1-3)(Curso bíblico Emaús. Serie doctrinal. ¿Debo ser bautizado? Carlos Willamil y Felipe Nunn. Pag.33, lección 7).
Otro pasaje en que se sustenta la doctrina de las dos naturalezas es Gal.5:16, 17, versículos en los que el apóstol Pablo exhorta a los gálatas a andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne. En el v.17 explica el antagonismo que hay entre la carne y el Espíritu. Así, se interpreta que hay una lucha permanente dentro del creyente, entre la nueva y al vieja naturaleza.
Esta interpretación influye en la interpretación del contenido completo de la Biblia. Por ejemplo, para interpretar la doctrina de la santidad en la vida del creyente. Interpretan que el cristiano es santo posicionalmente, pero que esta santificación posicional no influye en su vida cotidiana. La santidad práctica se ve como un aspecto optativo para la vida y se dice que la santidad depende del creyente. Este podría ser santo en su vida práctica o no serlo. Aquel que decide lo primero es el cristiano espiritual y el que decide no serlo es el cristiano carnal. L.S. Chafer escribe, en su libro “Grandes temas bíblicos” (Editorial Portavoz1926, 1953. Pag.238-241. Santificación):
Cada cristiano esta posicionalmente santificado y es un santo delante de Dios. Esta posición no tiene otra relación con la vida diaria del creyente que la de poder inspirarle a vivir santamente.Pag.283, 2.
Aunque todos los creyentes están posicionalmente santificados, no hay referencia en las Escrituras a su vida diaria.Pag.239, 3.
Así como la santificación posicional está absolutamente desligada de la vida diaria, así la santificación experimental está absolutamente desligada de la posición en Cristo.Pag.239, 4.
En relación a la victoria prometida sobre el pecado en Gal.5:16-23 dice:
Esta victoria será realizada cuando se la reclame por fe y se cumplan las condiciones necesarias para una vida llena del Espíritu.Pag.241
En la muerte de Cristo todos los creyentes han muerto al pecado; pero no todos los creyentes han tomado posesión de las riquezas provistas en aquella muerte. No se nos pide que muramos experimentalmente, o que pongamos en práctica su muerte; se nos pide que nos “consideremos” muertos al pecado. Esto es responsabilidad humana.Pag.241, 1.
Sopesando las pruebas
Hemos considerado brevemente las doctrinas del cristiano carnal y las dos naturalezas del creyente. La popularidad de estas doctrinas, junto con el apoyo de teólogos reconocidos, como los ya citados y muchos otros teólogos y maestros, nos hace asumir que estas enseñanzas deben ser así. No obstante al considerar detenidamente las implicaciones que conllevan estas doctrinas, nos daremos cuenta de una serie de inconsistencias y mal entendidos muy serios en esta forma de interpretación.
En primer lugar, necesitamos ser consientes de la importancia de entender claramente que es lo que enseñan estas doctrinas. Estas doctrinas dan una explicación o al menos eso se pretende, acerca de la relación que hay entre el creyente y el pecado. También pretenden dar una explicación acerca de la naturaleza de los creyentes, es decir qué somos los cristianos, en términos ontológicos. Además sus enseñanzas tienen efecto sobre el entendimiento del evangelio y lo que este hace en la vida de los creyentes cuando se convierten (o son convertidos). De manera que, entender o mejor dicho creer en estas doctrinas afecta de manera directa al creyente como individuo, a la iglesia y también afecta su testimonio a los incrédulos. Es, por tanto, vital determinar si estas doctrinas son o no correctas.
Una de las implicaciones de estas doctrinas, en cuanto a la realidad espiritual del creyente, es que dualisa su ontología. Estas doctrinas dejan cristiano con un serio problema de identidad, pues nos habla de una nueva y una vieja naturaleza sin identificarnos con ninguna de las dos. La realidad del pecado en el creyente se le atribuye a la vieja naturaleza, mientras que la vida espiritual en santidad se le atribuye a la nueva naturaleza, luego ¿Quién soy yo? Si cuando decido pecar pertenezco a la vieja naturaleza y cuando decido ser espiritual pertenezco a la nueva ¿Quién soy yo? Si soy capaz de pecar y ser carnal hoy y ser espiritual mañana.
Otra implicación es que, de acuerdo a estas enseñanzas, es posible que un verdadero creyente se quede estancado como un niño espiritual toda su vida. ¿Es esto posible? ¿No enseñan las escrituras que la falta de crecimiento es señal de muerte? ¿No es acaso la inclinación continua de una persona hacia el pecado una señal de falta de conversión y no de una simple carnalidad?
Pues bien, hay una buena cantidad de implicaciones como estas, por las cuales necesitamos sopesar estas doctrinas con sumo cuidado. De no hacerlo, el peligro tanto de engañarnos como de engañar a otros, es inminente. Hacer una minuciosa consideración de estas doctrinas y determinar sus errores es indispensable y es precisamente lo que haremos a continuación.
Hemos considerado brevemente las doctrinas del cristiano carnal y las dos naturalezas del creyente. La popularidad de estas doctrinas, junto con el apoyo de teólogos reconocidos, como los ya citados y muchos otros teólogos y maestros, nos hace asumir que estas enseñanzas deben ser así. No obstante al considerar detenidamente las implicaciones que conllevan estas doctrinas, nos daremos cuenta de una serie de inconsistencias y mal entendidos muy serios en esta forma de interpretación.
En primer lugar, necesitamos ser consientes de la importancia de entender claramente que es lo que enseñan estas doctrinas. Estas doctrinas dan una explicación o al menos eso se pretende, acerca de la relación que hay entre el creyente y el pecado. También pretenden dar una explicación acerca de la naturaleza de los creyentes, es decir qué somos los cristianos, en términos ontológicos. Además sus enseñanzas tienen efecto sobre el entendimiento del evangelio y lo que este hace en la vida de los creyentes cuando se convierten (o son convertidos). De manera que, entender o mejor dicho creer en estas doctrinas afecta de manera directa al creyente como individuo, a la iglesia y también afecta su testimonio a los incrédulos. Es, por tanto, vital determinar si estas doctrinas son o no correctas.
Una de las implicaciones de estas doctrinas, en cuanto a la realidad espiritual del creyente, es que dualisa su ontología. Estas doctrinas dejan cristiano con un serio problema de identidad, pues nos habla de una nueva y una vieja naturaleza sin identificarnos con ninguna de las dos. La realidad del pecado en el creyente se le atribuye a la vieja naturaleza, mientras que la vida espiritual en santidad se le atribuye a la nueva naturaleza, luego ¿Quién soy yo? Si cuando decido pecar pertenezco a la vieja naturaleza y cuando decido ser espiritual pertenezco a la nueva ¿Quién soy yo? Si soy capaz de pecar y ser carnal hoy y ser espiritual mañana.
Otra implicación es que, de acuerdo a estas enseñanzas, es posible que un verdadero creyente se quede estancado como un niño espiritual toda su vida. ¿Es esto posible? ¿No enseñan las escrituras que la falta de crecimiento es señal de muerte? ¿No es acaso la inclinación continua de una persona hacia el pecado una señal de falta de conversión y no de una simple carnalidad?
Pues bien, hay una buena cantidad de implicaciones como estas, por las cuales necesitamos sopesar estas doctrinas con sumo cuidado. De no hacerlo, el peligro tanto de engañarnos como de engañar a otros, es inminente. Hacer una minuciosa consideración de estas doctrinas y determinar sus errores es indispensable y es precisamente lo que haremos a continuación.





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