Hemos considerado en la entrada anterior el concepto de las doctrinas del cristiano carnal y las dos naturalezas del cristiano, las evidencias bíblicas que se utilizan para sostenerlas y una breve consideración de las implicaciones de ambas. Hemos, además, establecido por qué es importante hacer una seria consideración de las afirmaciones e implicaciones de estas enseñanzas.
Consideremos pues ahora con mayor detenimiento estas implicaciones y por qué son peligrosas.
Consideremos pues ahora con mayor detenimiento estas implicaciones y por qué son peligrosas.
LA IDENTIDAD DEL CREYENTE
Uno de los problemas que ocasionan estas enseñanzas es la dualidad con la que deteriora la identidad de los hijos de Dios. En la mayoría, sino es que en todas las introducciones al tema de las dos naturalezas del cristiano, se indica una problemática en cuanto al conflicto que genera el pecado en el recién convertido. Por ejemplo, Watchman Nee escribió:
Un gran número de personas que han creído en el Señor Jesús aceptándolo como su Salvador, han descubierto una nueva experiencia poco después de haber creído en El: parecen tener dos naturalezas en su corazón. Estas dos naturalezas son incompatibles una con la otra; una es maligna, y la otra es buena. Algunas veces, cuando la naturaleza buena domina, la persona se vuelve muy amorosa, paciente, bondadosa y dócil. Pero otras veces, cuando prevalece la naturaleza maligna, tal persona se vuelve celosa, malhumorada, perversa y obstinada. Los creyentes que pasan por tal experiencia, sufren constantes altibajos en su vida diaria.
Tomo 1, Núm. 5 de la revista El Cristiano, marzo, 1926.
De esta manera se pretende explicar la relación que existe entre el creyente y el pecado. No obstante, en este intento lo que se logra es deforma la identidad del hijo de Dios. Como bien escribió Neil T. Anderson:
Juan Calvino también escribió:
La comprensión de quién es Dios y quién eres tú en relación a Él es el fundamento más importante para tu estructura de creencia y tus patrones de comportamiento como cristiano.(Victoria sobre la obscuridad. Unilit. Pag.24)
Juan Calvino también escribió:
Casi toda la suma de nuestra sabiduría, que de veras se deba tener por verdadera y solida sabiduría, consiste en dos puntos: a saber, el conocimiento que el hombre debe tener de Dios, y el conocimiento que debe tener de sí mismo.(Institución de la religión cristiana. Tomo 1. Pag.3)
La dualidad que la doctrina de las dos naturalezas del cristiano propone para explicar la relación que existe entre el creyente y el pecado, desdeña la identidad del creyente al dividirla en dos y al establecer la posibilidad de que el creyente pueda vivir como un incrédulo.
Antecedente histórico
Es necesario decir que la doctrina de las dos naturalezas es relativamente nueva en un sentido, pues se ha presentado hace solo noventa años atrás aproximadamente. Sin embargo, la iglesia primitiva lidio con ella en el primer siglo, aunque con algunas variantes importantes. Quienes asumieron esta postura se conocían como gnósticos. El gnosticismo griego fue, después del judaísmo legalista, la primera secta en atacar a la iglesia. Ellos tenían la creencia de que el cuerpo era una prisión para el hombre y que todo aquello que se considera malo provenía de él, pero que no obstante el hombre en el interior era bueno. De esta manera crearon una visión dualitaria del hombre. Al penetrar en la iglesia, el gnosticismo mesclo el evangelio puro con sus filosofías, estableciendo una división en la naturaleza del creyente. Por una parte estaban aquellos que vivían en conformidad a su cuerpo corrupto o carne y por otra estaban aquellos que optaban por un estilo de vida más elevado, en busca del conocimiento mayor o la gnosis (el término significa conocimiento y de este deriva su nombre de gnosticismo).
Ahora bien cómo es que esta herejía rechazada por la iglesia primitiva, ha pasado hoy a tener un lugar prominente en la iglesia. Históricamente se le debe al teólogo dispensacionalista Lewis Sperry Chafer, quien coloco esta postura en los círculos evangélicos más importantes a través de su libro El hombre espiritual, publicado en 1918. Como lo señala John Macarthur:
Este concepto era extraño para la mayoría de los cristianos de la generación del doctor Chafer, pero se ha convertido en premisa central para un gran sector de la iglesia actual. La doctrina de espiritualidad del doctor Chafer, junto con algunas otras enseñanzas suyas, se convirtieron en la base para una forma completamente nueva de ver el Evangelio.
(El evangelio según Jesucristo. Casa bautista de publicación 2008. Pag.25, 26).
Así pues, la doctrina de las dos naturalezas, es relativamente nueva.
No es el hecho de ser nueva lo que la hace mala o nociva, es lo que enseña en sí misma lo que la hace nociva, pero el conocer su trasfondo histórico nos permite evaluar su verdadero valor. La mayoría de los cristianos consideran que lo nuevo es lo mejor, de alguna manera siempre estamos esperando la publicación de algún libro nuevo que contenga algún nuevo secreto sobre la vida cristiana. Pero la verdad es lo contrario, son los libros antiguos los que suelen tener un mayor valor en materia de estudio bíblico, pues fueron escritos con mayor cuidado que la producción en masa de libros escritos con liviandad de hoy en día. La mayoría de los libros de calidad escritos actualmente, tienen como trasfondo un estudio de estos libros antiguos. Esto es lo que podemos decir en materia de literatura.
Ahora bien, lo que el teólogo Chafer ofreció en El hombre espiritual, se puede identificar como el comienzo del auge de este concepto de las dos naturalezas. La razón por la cual se volvió popular fue porque justificaba el creciente índice de pecaminosidad entre los profesantes de las iglesias en los Estados Unidos. Los grandes pensadores habían hallado en esta contradicción en la que vivían los evangélicos un motivo para no considerarlos como una religión verdadera sino más bien nociva y que fomentaba la hipocresía. Muchos de los que profesaban ser cristianos continuaban viviendo en los mismos pecados que habían marcado su vida anterior e incluso eran peores, también los casos de inmoralidad en los líderes de la iglesia iban en aumento. Todo esto encontró una válvula de escape en la dicotomía ofrecida por Chafer, quien no escribió con malas intenciones, pero que dio lugar para dicha justificación.
Miguel L. Llenas comenta respecto a esta doctrina:
No es más que la respuesta desesperada de aquéllos que buscan un apoyo bíblico para conjugar la diferencia tan notoria que existe entre el Cristianismo Escritural y lo que hoy día vemos con el nombre de Cristiano... Esto no es más que una muestra de cómo la iglesia, al igual que los israelitas, se ha levantado las faldas y mostrado sus desnudeces al mundo.
(El cristiano carnal. Pag.4, 5).
El dr. Albert Martin también comenta que esta doctrina es la causa primordial del deterioro de la iglesia de Jesucristo en los últimos cuarenta años, ya que nulifica la enseñanza bíblica respecto a la santificación progresiva del creyente y su estrecha relación con la conversión del individuo (Citado por Miguel L. Llenas. El cristiano carnal, pag.2, 3).
Este es el trasfondo de la aparición de estas doctrinas en la historia, lo cual ya de entrada nos dice mucho acerca su valor. Cuando algo produce efectos tan nocivos, no puede ser de Dios. Consideremos ahora que es lo que enseña la Biblia acerca de la identidad del creyente en comparación a la teoría de las dos naturalezas y la doctrina del cristiano carnal.




