¿Es fácil estudiar la Biblia?



El estudio bíblico busca entender cuál es la voluntad eterna de Dios para poder así actuar en consecuencia. Ahora bien, ¿es esta tarea fácil?, ¿es fácil estudiar la Biblia? De la respuesta a esta pregunta depende la actitud que adoptemos a la hora de acercarnos a la palabra de Dios. Si entendemos que es fácil estudiar la Biblia, nos preocuparemos únicamente por leerla. Por el contrario, si asumimos que no es fácil estudiar la Biblia, nos esforzaremos por saber por qué no es fácil y cómo deberíamos proceder ante tal dificultad.
La contradicción
¿Es fácil estudiar la Biblia? A esta pregunta la mayoría de los creyentes responde que no, no es fácil estudiar la Biblia. Sin embargo esta misma mayoría desconoce la otra parte de la respuesta. No es suficiente con entender que el estudio bíblico no es fácil, es más necesario e indispensable entender cómo afrontar tan ardua tarea.
El principal problema es quizás que, a pesar de que la mayoría acepta que no es fácil estudiar las escrituras, muy pocos se interesan por aplicarse al estudio bíblico con seriedad, con lo cual se llega a una contradicción. Se asume que no es fácil estudiar la Biblia, pero se procede como si realmente lo fuera. De manera que la respuesta suele darse sin conocimiento de causa.
Basta con preguntarnos cuantas horas del día dedicamos a la lectura de la palabra de Dios, cuánto al estudio sistemático de la misma y cuánto a la lectura de libros teológicos. Si comparamos esto con el tiempo que dedicamos a las demás actividades del día, por ejemplo al estudio secular y al trabajo, nos daremos cuenta de que nuestro acercamiento a la palabra de Dios es muy pobre. Esto nos demuestra que, sea que creamos que es fácil estudiar la Biblia o no, la mayoría procede como si realmente lo fuera.
Naturalmente nuestro acercamiento a la Biblia, ahora estará condicionado por esta actitud. Un buen ejemplo de esto es la sustitución que muchos hacen del estudio bíblico. Muchos han adoptado el concepto de “tiempo devocional”, el cual se ha vuelto la norma básica y primordial de acercamiento del creyente a la palabra de Dios. Sin embargo, si nos preguntamos de donde proviene este concepto de “tiempo devocional”, nos daremos cuenta de que esta es una práctica mal utilizada.
El problema con el “tiempo devocional”, no es que sea incorrecto, sino más bien que nuestro concepto de este es afectado por nuestra actitud. El concepto de tiempo devocional es esa parte del día en la que nos dedicamos, primero  a la lectura, luego a la oración y finalmente a buscar una aplicación de lo que hemos leído.
Esta definición está bien, pero nuestra actitud es insuficiente, puesto que un tiempo devocional suele durar de 15 a 30 minutos en el día. Es decir que asumimos que 15 o 30 minutos son, de hecho, suficientes para obtener verdadero y sustancial provecho de las escrituras. Esto, asumiendo que todos los creyentes realmente tengan un tiempo devocional “diario”. Lo mismo debemos aplicar a la predicación regular en las reuniones, la cual se ha vuelto aleatoria, superficial y por ello insuficiente.
R.C.Sproul escribe:
¿Es posible que la lectura devocional de la Biblia sea un impedimento para el crecimiento cristiano? Si se convierte en un sustituto del estudio serio de la Biblia, contesto categóricamente que sí… El problema surge cuando pensamos que podemos sondear las profundidades de las Escrituras con un simple régimen de quince o veinte minutos diarios.
Las Grandes Doctrinas de la Biblia, p.17-18
 
La gravedad del problema
El problema con esta actitud es que da lugar a toda clase de errores. Relajarnos ante una problemática como lo es la interpretación de los textos sagrados es una deshora grave hacia el Señor.
En el Antiguo Testamento, encontramos varios textos que nos hablan acerca del estudio bíblico y su importancia. Uno de ellos es Dt.6:7-9. Moisés está enseñando las escrituras a la nueva generación que esta por entrar en la tierra prometida. En estos versículos Moisés les apremia a adoptar la actitud correcta hacía las demandas divinas expresadas en la ley y que él acaba de repasar (Comp. 6:1). Lo que vemos, con toda claridad, en estos versículos es que la necesidad primordial del pueblo de Dios no era la de un “tiempo devocional”, sino la tener un estilo de vida devocional, en el que las escrituras toman un lugar prioritario para todas y cada una de las aéreas de nuestra vida (familia, trabajo, relaciones sociales etc., etc.).
Ahora bien, Moisés sabía que obedecer la Palabra de Dios era la mayor necesidad del pueblo (vv.1-5). Pero además entendió que la obediencia comenzaba con tener una actitud correcta hacia su palabra (vv.6-9). Ellos no debían ser livianos en su acercamiento a las escrituras, no debían ser conformistas. Moisés sabía muy bien cuál era el riesgo de apartarse de los mandamientos de Dios (comp.v.10-17). El había visto a todos sus contemporáneos morir en el desierto a causa de la desobediencia, él mismo recibió el juicio de Dios al no permitírsele entrar en la tierra prometida (v.15).
Si pasamos al nuevo testamento encontraremos la misma verdad.  El Señor Jesucristo reprendió constantemente la actitud farisaica que menospreciaba las escrituras al darle más importancia a la observancia minuciosa de las tradiciones de los hombres (Mt.15:3-9; Mr.7:8-13). El apóstol Pablo se dirigió a Timoteo, un joven ministro, y le previno del peligro que se avecinaba para la iglesia. La apostasía y la falsedad entre la iglesia era un hecho inminente y Pablo lo sabía. Sabiendo esto, el apóstol dirige su mejor consejo a Timoteo y es que se mantenga en una observancia cuidadosa de las escrituras (1Tim.4:1-3, 15, 16; 6:13-16; 2Tim.1:13; 2:15).
De manera que, es de vital importancia para la vida y salud espiritual de la iglesia el tener la actitud correcta hacia las escrituras. El proceder con liviandad ante la tarea de interpretar las escrituras implica arriesgarnos a sucumbir al error que gobierna al mundo y acecha a la iglesia. John MacArthur expone este riesgo de la siguiente manera: 
La importancia de una cuidadosa interpretación bíblica difícilmente puede exagerarse. Interpretar mal la Biblia, finalmente, no es mejor que no creer en ella. ¿Qué bien hace estar de acuerdo en que la Biblia es la revelación final y completa de Dios y luego interpretarla mal? El resultado es todavía el mismo: uno pierde la verdad de Dios. Interpretar la Escritura para hacerla decir lo que nunca fue su propósito decir es el camino seguro a la división, al error, a la herejía y a la apostasía.
Los carismáticos
p.87


Cómo nos llegó la Biblia (libro PDF)


Este libro contiene una descripción histórica de cómo Dios formó el compendio sagrado de sus oráculos (Revelación), los cuales hoy llamamos Biblia (El Libro). Nos muestra las fechas en las cuales se ha podido identificar la redacción de cada uno de los libros que la componen, también identifica a sus autores y a demás los presenta en su contexto histórico. Su contenido es el siguiente:
1. Su origen.
2. Su preservación.
3. Su transmisión.
4. Su traducción.
5. Su propagación.
Cada una de estos apartados, tratados con mucha precisión y de fácil lectura, contiene al final una serie de preguntas que le ayudaran a evaluar su aprovechamiento. Estas características hacen de esta obra de 57 páginas una excelente introducción a la bibliología.

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