El misterio de los dinosaurios

Por: Dr. Farid Abou-Rahme
Quienes aceptan la autoridad e integridad de la palabra de Dios no tienen problemas en creer que Dios creó al hombre y al dinosaurio en el mismo día. Se nos dice en génesis que en día sexto de la semana creacional, Dios “hizo animales de la tierra” y en este mismo día, “entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Génesis 1:25, 26).
Sin embargo, nos confronta la declaración de que los dinosaurios se extinguieron hace 70 millones de años antes de que el hombre apareciera en escena. Tales ideas son propagadas y promovidas de manera agresiva por profesores, libros, revistas científicas, programas de radio y televisión, y aun en historias para niños. Se nos dice que es un hecho; que todos los científicos están de acuerdo, y se enseña con completa autoridad.
Quiero asegurar al lector, que hay evidencia científica que conste que los dinosaurios vivieran hace millones de años atrás. Hemos visto en los capítulos anteriores que los métodos de datación carecen de toda credibilidad científica, y la única razón por la cual los evolucionistas prefieren los millones y billones de años, es porque sin ellos la evolución es una teoría muerta.
Algunas de las preguntas que las personas tienen cuando surge el tema de los dinosaurios, son:
•    Si los dinosaurios eran tan poderosos ¿Por qué no se mencionan en la Biblia?
•    ¿Cómo podían caber los dinosaurios en el arca de Noé?
•    ¿Cómo y por qué se extinguieron los dinosaurios?
A preguntas daré respuestas sobre la base de la evidencia científica y de la palabra de Dios.
El nombre “dinosaurio” se dio a aquellos fósiles gigantescos encontrados por los paleontólogos. Por lo tanto, uno no espera encontrar la misma palabra en la Biblia. Sin embargo, esto no significa que estos animales inmensos no se mencionan en la Biblia. Leemos en el libro de Job acerca de un animal llamado “Behemot”. Al estudiar con cuidado la descripción de “Behemot”, uno concluye sin duda que es un dinosaurio. Job 40 provee los detalles necesarios:
1.    “He aquí ahora Behemot, el cual hice como a ti…” (Job 40:15). Sin lugar a dudas la palabra de  Dios es consiste y clara: Job (hombre) y Behemot (dinosaurio) fueron creados juntos, en el mismo día: “el cual hice como a ti”, o “al cual hice contigo” (R.V. 1909).
2.    “Su cola mueve como a un cedro, y los nervios de sus muslos están entretejidos” (Job 40:17). Algunos comentaristas dicen que Behemot es un elefante, ¡pero la cola de un elefante es para nada parecida a un cedro! El cedro apunta hacia arriba. Si los evolucionistas, y en particular los oficiales de museos de historia natural, leyeran sus Biblias abrían sabido del libro de Job, que la cola del dinosaurio apunta hacia arriba como un cedro. ¡aquello les hubiera evitado, hace algunos años, el chasco de tener que cerrar todos los museos de historia natural alrededor del mundo para dar vuelta a las colas de los dinosaurios hacia arriba! Tenían todas las colas hacia abajo al comienzo. Entonces se dieron cuenta que si la cola hubiera estado hacia abajo, con ser tan pesada, hubiera dejado “huellas de cola” donde se hallan huellas de los pies de los dinosaurios. Dado que tales “huellas de colas” no se encontraban, ¡decidieron que la cola habría tenido que apuntar hacia arriba!
3.    “Sus huesos son tan fuertes como bronce y sus miembros como barra de hierro” (Job 40:18). Aquí encontramos una descripción acertada de la fuerza de los huesos de los dinosaurios tal como se aprecia en los fósiles escavados.
4.    “El es el principio de los caminos de Dios” (Job 40:19). Todo el mundo está de acuerdo en que los dinosaurios fueron los animales más grandes de la existencia. Job probablemente miraba a lo que hoy en día llamamos el Braquiosaurio, ¡que pesaba unas noventa toneladas, y media unos veinticinco metros de largo! ¡De veras, el es el “principio de los caminos de Dios”!
5.    “He aquí sale de madre el rio, pero él no se inmuta; tranquilo esta, aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca” (Job 40:23). Este versículo describe el tamaño de este animal y el hecho de que el dinosaurio caminando lentamente por su enorme peso.
6.    “¿Lo tomara alguno cuando esta vigilante, y lo horadara su nariz?” (Job 40:24). Un rasgo particular del Braquiosaurio era el hecho de que los hoyos de su nariz no se encontraban al final de su nariz u hocico como la mayoría de los animales, sino en una cúpula huesuda encima de su cabeza. Creo que cualquier persona leyendo en Job la descripción de “Behemot” no tendrá duda que el hombre verdadero para “Dinosaurio” es “Behemot”. Es interesante también notar que el nombre proviene de dos palabras confinadas de un lenguaje de los días del Antiguo Testamento (el arábigo), ¡que quiere decir “en el está la muerte”! ¡Qué contraste con la descripción del Señor Jesús! “… En él estaba la vida” (Juan 1:4).
La segunda pregunta es acerca del arca de Noé, y como los dinosaurios podían caber en ella. Hemos visto en el capítulo 15, que había bastante lugar en el arca para dos ejemplares de cada especie de animales, incluyendo los dinosaurios. Uno solo de los tres pisos de arca, edificada desacuerdo a las instrucciones de Dios a Noé en Génesis, tendría la capacidad para todos. Téngase presente que no es necesario que Noé trajera a bordo los dinosaurios gigantescos: probablemente escogería sanos ejemplares juveniles.
La tercera pregunta es: ¿Cómo se extinguieron los dinosaurios? Los evolucionistas tienen un problema en responder a esta pregunta. A través de los años ha sugerido más de veinte teorías acerca de cómo los dinosaurios dejaron de existir. Cada vez que aparecía una teoría nueva, demostraban primero cuan poco científica había sido la teoría anterior, antes de proponer sus propias ideas. Recientemente, en las revistas Time y National Gegraphic [1], algunos evolucionistas tuvieron que admitir que la respuesta más lógica era que los dinosaurios tenían  que haberse exterminado por una catástrofe natural como un diluvio. ¡Por razones obvias, no se mencionan ni a Noé ni al libro del Génesis!
Podemos hoy explicar la ausencia de los dinosaurios gigantescos de una manera que está de acuerdo con la ciencia verídica. La ciencia nos dice que los dinosaurios son “lagartos terribles” (“saurios terribles”-diccionario). Los lagartos, o reptiles a diferencia de otros animales, siguen creciendo en tamaño mientras viven. En contraste, los seres humanos por ejemplo, aumentan en altura hasta la edad de 18 años más o menos, y no crecen más altos aun si vivieran hasta los cien. La Biblia nos explica como después del diluvio de Noé, que todos los animales salieron a un mundo distinto. La capa de agua, (“las aguas de arriba”) de Génesis 1:7, vació todo su contenido en la tierra. Se no dice que Dios acorto la longevidad del hombre a solo un décimo de lo que era antes del diluvio (Génesis 6:3). Se supone que la vida animal también quedó afectada de la misma manera, y por lo tanto, un dinosaurio que antes del diluvio vivía hasta los cien años y alcanzaba una altura de 15 metros viviría solo unos 15-20 años después del diluvio y crecerían hasta unos 1,5 a 3 metros. Esto explica científicamente, la desaparición de los ejemplares gigantes de los dinosaurios. También da lugar al hecho de los grandes “lagartos-dragones”, una especie de dinosaurio, como la Isla Komodo de Indonesia, ¡que alcanza un tamaño superior a los tres metros! [2]
Otro gran cambio después del diluvio fue la reducción del contenido de oxígeno y la presión barométrica en la atmósfera, como vimos en el capítulo 14. Tal cambio tendría un efecto negativo en los dinosaurios. Los fósiles indican que los dinosaurios contaban con una capacidad pulmonar pequeña con relación a sus inmensos cuerpos. Como consecuencia, con menos contenido de oxígeno y una presión atmósférica más baja, sería mucho más difícil que llegara el oxígeno a todas las partes de su cuerpo. Aquello resultaría en serias dificultades para la supervivencia de los grandes dinosaurios, y se extinguirían.
En cuanto a la verdadera ciencia, no hay problema en aceptar el relato de la creación tal como sale literalmente en el libro de Génesis. Dios creó al hombre y al dinosaurio en el mismo día: ambos ingresaron al arca de Noé: salieron a un mundo cambiado: vivieron con vidas abreviadas. Por lo tanto, los dinosaurios ya no alcanzaban las dimensiones gigantescas que eran normales antes del diluvio. Como cristianos tenemos todas las respuestas para quienes cuestionan la autoridad de la Biblia, y para aquellos que enseñan a nuestros niños y jóvenes los errores acerca de los dinosaurios, e intentan usar tales historias para remecer o mofarse de su confianza en la palabra de Dios.
No debemos transar en ningún punto con la evolución, aunque parezca tan sencillo como lo de los dinosaurios. Si permitimos que los profesores y autores enseñen a los niños que los dinosaurios desaparecieron hace 70 millones de años antes de que llegara el hombre estos mismos niños no tendrán confianza en la Biblia ni en el Dios de la Biblia quien según lo que les han enseñado, nada sabe de la ciencia. Rechazaran la Biblia, y perderán una oportunidad de saber acerca del Salvador; oportunidad que puede que no se presente otra vez. Debemos plantarnos firmes, y dar a conocer la verdad en cada ocasión posible, “… a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:2)

Referencias 
1.    Gore, R. “Dinosaurs”, National Geographic Magazine, Vol. 183, No.1, January 1993, p.26
2.    Whitcomb, J.C. The World that Perished, Baker Book House, Michigan , 1993, pp. 30-31

Extraído del libro: “y dijo Dios… la ciencia confirma la autoridad de la Biblia”
Edición 1997
Páginas132-137

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